, no es, o más bien no será más que un puesto más elevado al que podrá llegar el más digno, mientras que en los grados inferiores y según sus méritos, se detendrán los que sean dignos de los puestos secundarios, sin que para reyes, ministros, consejeros, generales, jueces, tengan que preocuparse de dónde proceden. Por eso, realeza o magistratura, trono de monarca o sillón de presidente, no serán la herencia de una familia: serán ELECCIÓN.
Para el consejo, para la guerra, para la justicia, no habrá ya privilegio, sólo APTITUD.
Para las artes, para las ciencias y las letras, ya no habrá favor, sólo CONCURSO. ¡Esa es la Igualdad social! Luego, a medida que con la educación, no sólo gratuita y puesta al alcance de todos sino obligatoria para todos, las ideas crecerán y es necesario que la igualdad crezca con ellas; la igualdad, en lugar de permanecer con los pies hundidos en el barro, debe asentarse en las más altas cumbres; una gran nación como Francia, no debe reconocer más que la igualdad que eleva, y no la que rebaja; la igualdad que rebaja no es la del titán, sin la del bandido; no es el lecho caucasiano del Prometeo, sino de Procusto.
¡Eso es la IGUALDAD!”.
"Cagliostro, más ardiente, más iluminado, más resplandeciente a medida que el tema se engrandecía, reclamo silencio, como ya había hecho anteriormente, y continuando con voz en la que era imposible sorprender la menor fatiga ni la menor vacilación, dijo:
--“Hermanos, hemos llegado a la tercera palabra de la divisa, a la que los hombres tardarán más tiempo en comprender y que, sin duda, por este motivo el gran civilizador ha colocado la última. Hermanos, hemos llegado a la fraternidad”
Luis Sotelo Regil