en amistosas relaciones con 42 potencias masónicas del extranjero, consentía en transmitir estas relaciones al Grande Oriente Español. Por su parte el Grande Oriente Español reconocía la absoluta autonomía de la Gran Logia Regional para que actuara en los territorios de Cataluña y las Islas Baleares, sin que el Gran Oriente tuviera la menor injerencia en esos lugares.
Este pacto fue cumplido estrictamente por ambas partes hasta la muerte de Morayta en 1917 cuando el Grande Oriente Español constituyó logias en Barcelona rompiendo las cláusulas del pacto. Como reacción la Gran Logia Regional Catalana Balear, en 1920, extendió su jurisdicción a todo el territorio de españa y asumió el título de Gran Logia Española, integrada a partir de 1921 en la Asociación Masónica Internacional de Ginebra.
A partir de este momento y hasta la guerra civil de 1936 las dos únicas obediencias de importancia en España serán el Grande Oriente Español, y la Gran Logia Española, de la que posteriormente se separarían algunas logias disidentes constituyendo la Gran Logia Unida, que apenas tuvo importancia, y que, en 1931, estaba integrada por tan sólo once logias.
También hubo, desde Barcelona, un breve y fallido intento de resucitar el Grande Oriente de España, y en Canarias se constituyó, en 1922, una Gran Logia de Canarias, que acabaría, en 1926, auspiciándose a la Gran Logia Española.
El Grande Oriente Español es el que va a alcanzar mayor importancia y difusión en el siglo XX. A Morayta le sucedió como Gran Maestre el diputado a Cortes, Emilio Menéndez Pallarés, el 11 de junio de 1901. Morayta resultó entonces elegido Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33.
En diciembre de 1902 tuvo lugar una reforma de la Constitución del Grande Oriente Español, que se promulgó el 8 de marzo de 1903, recibiendo personalidad jurídica como sociedad legal, según lo dispuesto en la ley de Asociaciones.
Con arreglo a lo establecido en la Constitución de referencia, el Grande Oriente adoptó en su organización el sistema federativo. El poder legislativo residía en la Asamblea de representantes de los "talleres" de todos los grados, la cual se reunía anualmente en la sede federal, y cuyos poderes se renovaban o confirmaban cada cuatro años.
El gobierno y dirección de los altos grados quedaron encomendados al Supremo Consejo del grado 33, presidido por el Gran Comendador, y el de la Masonería simbólica por el Gran Consejo de la Orden, compuesto de representantes ante la Asamblea, con residencia en la sede del Oriente, elegidos por la misma Asamblea cada cuatro años y cuyo cuerpo presidía el Gran Maestre.
El Gran Consejo de la Orden y el Supremo del grado 33 quedaron estrechamente unidos por pactos de solidaridad, teniendo una administración común y trabajando de acuerdo con cuanto interesaba al bien general de la Orden y de la Federación.
Los dos organismos así federados constituyeron la Federación Masónica que llevó por título el de Grande Oriente Español.
El 30 de septiembre de 1904 sucedió a Menéndez Pallarés en el cargo de Gran Maestre el también diputado a Cortes José Moreno. Miguel Morayta fue reelegido en marzo de 1906, y desempeñó la presidencia de la masonería española hasta su muerte en 1917, después de haber logrado un gran desarrollo y prosperidad para la misma.
Tras las maestrías interinas de López del Villar y José Lescurra fue proclamado Gran Maestre el médico Luis Simarro, a quien a su vez sucedió Augusto Barcia Trelles. De octubre de 1924 a mayo de 1926 ocupó la Gran Maestría José Mi Rodríguez, a quien sustituyó Demófilo de buen, profesor de la universidad de Sevilla, quien se hizo cargo de la organización cuando se trasladó a Sevilla la sede del Gran Consejo Federal. En 1931 fue elegido Gran Maestre el varias veces ministro durante la 2a República, Diego Martínez Barrio; en 1933 le sustituyó Ángel Rizo Bayona, del Cuerpo General de la Armada, y en 1936 fue nombrado Lucio Martínez Gil, diputado a Cortes.
El registro oficial de logias del Grande Oriente Español se inicia en el siglo XX, más concretamente el 5 de mayo de 1901, con la logia número 249. Desde esta fecha hasta la reorganización autonomista y federal del GOE el listado y registro oficial alcanzará, el 31 de diciembre de 1922, las 435 logias. Es decir, que en los 21 años transcurridos entre 1901 y 1922 se constituyeron o adscribieron al GOE 187 logias, cifra que es bastante inferior a las 248 fundadas en los apenas diez últimos años del siglo XIX.
El índice de crecimiento del GOE durante los veintidós primeros años del siglo XX fue relativamente débil. Destaca, no obstante, el año 1914 con 27 nuevas logias, de las que, al menos, seis corresponden a logias de Cataluña. Por otra parte llama la atención que la mayor parte de las nuevas logias del GOE se instalan y constituyen en el extranjero. De un total de 187 logias, 125 se fundan fuera de España, y tan sólo 56 en el interior. Hay incluso algunos años: 1901, 1907 y 1918 en los que todas las logias incorporadas al GOE son extranjeras. Más aún, entre 1900 y 1910, de las 73 logias adscritas al GOE tan sólo 14 son españolas, y las 59 restantes extranjeras, lo que es un síntoma un tanto curioso, no debidamente resaltado, de la "españolidad" del Grande Oriente Español.
Por países predominan los Estados Unidos con 42 logias, especialmente en el estado de Pensylvania y en torno a Philadelphia; Filipinas con 29, Puerto Rico con 20, Argentina con 19, Marruecos con 11 y Turquía con 4, de las que tres pertenecían a la llamada Turquía europea (Salónica y Andrinópolis).
Por lo que respecta a España la mayoría se localizan en Andalucía con 23 logias, 10 de ellas en Sevilla. Sigue Cataluña con 10 logias, ocho en Barcelona; Madrid con 6; País Vasco con 4, de las que tres están en Bilbao; Canarias con 3; País Valenciano con 3; Castilla con 2; Aragón, Galicia, Asturias y Melilla con una en cada caso.
Por otro lado resulta difícil saber con exactitud cuantas de las 248 logias del siglo XIX sobrevivieron a la crisis de 1896. A juzgar por el propio boletín oficial del GOE, en 1904, habían desaparecido nada menos que 222 logias, quedando fieles al GOE tan sólo 26 logias: 14 españoles y 12 extranjeros. Posteriormente se reconstituyeron varias de las antiguas logias de Filipinas y Puerto Rico, formándose el 11 de mayo de 1907 la Gran Logia Regional de Filipinas, y el 12 de octubre de 1912 la de Puerto Rico. En 1915, de las nuevas logias adscritas al GOE durante esos primeros 15 años del siglo XX, ya han desaparecido 40, quedando en actividad 89. De estas 25 eran españolas y 64 extranjeras.
Entre 1915 y el 31 de diciembre de 1922, fecha de la puesta en práctica de la reforma autonómica del GOE, 57 nuevas logias (20 españolas y 37 extranjeras) vienen a incrementar el listado definitivo. Pero la reforma autonómica de 1922 coincidió con la Confederación Internacional de Supremos Consejos Confederados, reunidos en agosto de 1922, en la que los Supremos Consejos de la Jurisdicción Norte y Sur de Estados Unidos protestaron por tener el Grande Oriente Español numerosas logias en los territorios de su jurisdicción; logias que dependían de una Gran Logia Regional de Estados Unidos bajo la obediencia directa del Grande Oriente Español, quien se vio forzado, el 23 de agosto de 1922, a dar un decreto disolviendo ipso facto dicha Gran Logia Regional, a pesar "del dolor por tener que abandonar quienes desde 1893 trabajan bajo los auspicios del GOE en Pensylvania, Nueva York y California". El total de logias norteamericanas que con este motivo dejaron el GOE fueron 35 de los estados de Pensylvania y Nueva York, dos de California y tres del de Massachusses.
La reforma autonómica de 1923 coincidió con la implantación de la Dictadura de Primo de Rivera y un difícil período de persecuciones gubernativas que pusieron al GOE ante una compleja situación legal, siendo encarcelados numerosos masones en diversas ocasiones, incluido el Gran Maestre y demás altas jerarquías de la Orden. Debido a esta situación decidieron suprimir el boletín oficial del GOE que dejó de publicarse durante cuatro años. Hasta 1928 no se reanudó su publicación.
Entre 1927 y 1936 se calculan 33 logias y 10 triángulos en la Regional Centro; 14 logias y 8 triángulos en la Noroeste; 25 y 5 en la Nordeste; 11 y 5 en la Levante; 63 y 32 en la Mediodía; 10 y 2 en la Sudeste; 10 logias en la Hispano Argentina; y 10 y 2 en la de Marruecos.
Lo que da un total de 175 logias y 64 triángulos. Andalucía supera con mucho al resto de las demás Regionales en el número de logias, como en el de miembros, alcanzando en este último caso casi el 40 por ciento de todos los masones dependientes del GOE, incluidas la Filial Hispano Argentina y la Regional de Marruecos.
En síntesis podemos decir que en el siglo XX, el Gran Oriente Español tiene dos etapas bien diferenciadas. Una primera que llega hasta finales de 1922. Es un período en el que logra recuperarse lentamente de la crisis de finales del siglo XIX, si bien hay un gran componente de logias extranjeras específicamente norteamericanas. De un total de 187 logias fundadas, sólo 55 son españolas, frente a 125 constituidas en el exterior.
La segunda etapa corresponde a la reforma autonómica federalista del GOE y abarca de 1923 a 1936. Período que experimenta un ligero y constante aumento salvo en el año 1929 que refleja las consecuencias de los problemas planteados el año anterior por algunas autoridades gubernativas de la dictadura de Primo de Rivera.
A partir de 1930, con la caída de la dictadura, se inicia un nuevo período de euforia masónica que culminará en 1933 para luego iniciar cierta recesión, más apreciable en el número de miembros que en el de las logias, debida en gran medida a las campañas de la CEDA y de Falange Española en contra de la masonería.
Entre 1900 y 1936 se contabilizan 229 logias a las que habría que añadir 64 triángulos. El total de talleres masónicos, en teoría, se sitúa, pues, en 293. Sin embargo estas cifras son muy aleatorias y solamente tiene un valor aproximativo, tanto por los vacíos documentales como por la propia dinámica de transformación de triángulos en logias, fusión y desaparición de logias, etc. En cuanto al número de miembros, no parece que superaron los 5.000 ni siquiera en el momento de mayor auge y esplendor como fue la Segunda República.
Por lo que respecta a la otra obediencia, la Catalana-Balear, alcanzó su mayor desarrollo al transformarse en 1921, en Gran Logia Española. En 1922 eran solamente 10 logias. Diez años más tarde eran ya 41, a las que hay que añadir las 8 que formaban la Gran Logia de Canarias, y otras 11 disidentes de la Gran Logia Española, y que por aquel entonces constituyeron una pequeña, en importancia y duración, Gran Logia Unida.
Con la sublevación militar de Franco, la masonería fue aniquilada en la llamada zona nacional, refugiándose los masones supervivientes en el territorio republicano o en el extranjero. Como la masonería se adhirió desde el primer momento de la guerra a la República Española, se vio obligada a seguir la suerte de ésta. Una de las últimas noticias, fechada el 1° de marzo de 1939 cierra con su elocuencia dramática, el ciclo de la guerra. Se trata del salvoconducto dirigido a "todos los Talleres y masones regulares esparcidos por la superficie de la tierra", en el que se decía lo siguiente:
"SABED: Que en el día de la fecha y en atención a las causas que justifican el estado presente de la España liberal, perseguida por el triunfo de las fuerzas enemigas, la Francmasonería Española se ve obligada a abandonar su país, y espera que todos prestéis la ayuda moral y material a vuestros Hermanos que, en el exilio forzoso, no dudan recibir de vosotros".
Esta "plancha de viaje", como se lee en el documento en cuestión, está firmada por las dos obediencias existentes entonces en España: el Gran Oriente Español, y la Gran Logia Española.
Un año después, el 1° de marzo de 1940, con la promulgación de la Ley de Represión de masonería y comunismo se iniciaba otra etapa: la del total exterminio de la masonería por parte de los vencedores.